Luís Miguel Guerra es novelista, historiador, profesor y secretario de Formación del PSC de Barcelona. También es miembro del Comité de Redacción de l’Endavant!
Ya saben que uno es de Historia, curioso de muchas cosas y de algunas especialmente sin considerarme autoridad, siempre hay quien te puede dar buenas lecciones. A mí personalmente me interesa mucho la primera mitad del siglo XX en general y España en particular, cosas de algunos de mi generación, que aprendió que hubo una Guerra Civil directamente de los que la sufrieron y, en mi caso, además, la perdieron.
Pues bien, esta breve introducción del escrito de hoy viene a que soy de los que defenderán siempre que la Historia no se repite, pero sí rima y hay quien aprende de ella. Y hay mucho, pero mucho, donde escoger y no todo son buenos ejemplos. Pero hay quien los consideran útiles para sus fines y, cuando uno sabe de estas cosas, es el deber intelectual comunicarlas para poner al descubierto aquello que Hanna Arendt llamó la banalidad del mal y que tantas desgracias causó, causa y causará.
Voy a hacer algo que uno de mi oficio no debe hacer y es profetizar. Sin embargo, como conozco el molde y, visto como ha ido la anterior campaña, me atrevo a asegurar como va a ser esta por parte de los chicos de la derecha. Y lo digo porque son seguidores -y si me equivoco ya me lo dirán- del “enano cojo y diabólico”, que no es un comentario despectivo con ningún colectivo, sino que es como lo llamaba su compañero de gobierno, Hermann Goering, ambos tan cercanos a Adolf Hitler y a sus ideas como Himmler, Heidrich y otros, por no seguir con el museo de los horrores.
Pero para que no haya errores y malas interpretaciones aclararé lo siguiente: estoy hablando del modelo de propaganda que el doctor Goebbels llevó a cabo desde las altas jerarquías nazis, nada más. Y no me las invento, ya que se puede consultar a los que saben más que yo.
Estos son los 11 principios de la propaganda de Goebbels cuyos resultados algunos consideren buenísimos para sus fines.
- Principio de simplificación. El enemigo único: ¿Conocen a Pedro Sánchez?
- Principio de contagio. Todos los adversarios en una sola categoría o individuo: ¿Será eso que llaman “sanchismo”?
- Principio de transposición. Atacar con los propios errores o defectos, en palabras del “maestro” “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras para distraer”: el partido más corrupto de Europa acusando de sus “cosas” a los demás.
- Principio de exageración. Multiplique cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, si es posible para la humanidad entera: ¿se ha vuelto a oír de Tito Berni o de los votos de Almería?
- Principio de vulgarización. Cuanto más grande la masa menos esfuerzo mental deben hacer. Otra vez palabras de Goebbels, las masas son limitada y su entendimiento escaso y también olvidan fácilmente: ¿Qué te vote Txapote?
- Principio de orquestación, quizás el más conocido: “La propaganda debe limitarse a un número de ideas reducido y repetirlas una y otra vez, desde diferentes perspectivas, pero siempre dando sobre el mismo concepto. Reducido a la mínima expresión: “Si una mentira se repite si parar, acaba por convertirse para muchos en verdad”: De ahí que todo converja en ETA, incluida la ley de vivienda, construida según un senador del PP sobre las ruinas de Hipercor.
- Principio de renovación. Dar constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo trepidante para que el adversario no tenga tiempo de contestar. Es una fórmula en la que las respuestas nunca sobrepasan a las acusaciones: Falcon, elecciones en verano, Berni, votos, filotrerrorismo, gobierno okupa, pucherazo, indultos, fin de la democracia…
- Principio de verosimilitud. Construir relato a base de fuentes diversas con informaciones fragmentarias y siempre orientadas a destruir al adversario: lo de Doñana es porque el presidente veranea allí o el llamado timo ibérico que tanto dinero ha ahorrado a las familias en energía.
- Principio del silencio. Lo que no nos interesa no se trata y nada de noticias que favorezcan al gobierno así que hay que unirlo al principio anterior de verosimilitud. Aquí intervienen de manera contundente los medios afines. La bajada del paro, de la inflación, la paz social, el sueldo mínimo y todo lo hecho es mentira, el país está en la miseria, es noticia la lista de Bildu o las denuncias en pueblos por fraude, existentes en todas las elecciones, por cierto.
- Principio de transfusión. Muy curioso. Según el teórico nazi experto en odio visceral, la propaganda opera siempre a partir de algo preexistente, que puede ser de muchos tipos pero siempre de raíz primitiva, nacionalismo radial, odios ancestrales, prejuicios raciales o de cualquier tipo, guerracivilismo en el caso de España. Argumentemos de esa manera buscando algo que el receptor crea que es suyo y, por lo tanto acierta: ¿les suena eso de hace muy poco o Sánchez o España?
- Principio de unanimidad. Si muchos se convencen o haces creer que están convencidos hay impresión de unanimidad: ¿Hay que derogar el sanchismo? O ¿Cómo puede ser que los españoles de bien tengan este presidente del cual se orilla totalmente su legitimidad democrática?
Y hasta aquí el manual de propaganda del PP y de VOX y del extinto Cs y de todos los reductos de la derecha que por ahí quedan. Una manual muy antiguo, acomodado a las nuevas tecnologías, pero anclado en los mismo principios. Principios asquerosos, si me permiten, que convierten la política en el lodazal que la derecha de España desea cada vez que pierde el poder que considera le pertenece por derecho ancestral, por derecho de conquista, porque la tierra que pisan es suya y, por lo tanto, todo está permitido, incluso el escarnio personal y por extensión de todos aquellos que estamos en el lado que no es el suyo.
¿Cómo se combate? ¿Aullando como ellos? ¿Poniendo por delante la ética y la obra de gobierno? La verdad es que no tengo receta, visto lo visto. Lo que sí sé es que eso que tanto les gusta y practican es uno de los fundamentos de algo que fue y sigue siendo muy peligroso y que tuvo los resultados que todos conocemos. Y una de las cuestiones es pensar que la política todo lo aguanta y que los medios para alcanzar el poder y mantenerlo son todos lícitos, a todo esto con la boca llena de “libertad” “democracia” y demás grandes principios que tan sagrados son, que han de defenderse como sea. La historia, inventada por supuesto, les da la razón. Y si no, la retuercen un poco más, por lo tanto, todo está justificado, la culpa no existe y el perdón es sólo para los otros que nacieron con el estigma de Caín.
Volviendo a la ética que ellos han expulsado de la política, pero que nunca la ha abandonado porque son inseparables, al menos para esa parte que creemos en ello, y aunque suene a pataleta, utilizaré parte de una frase que pronuncia el gran Spencer Tracy en “Vencedores y vencidos”, una película de 1961 de Stanley Kramer: “Por mucho que hagan, que logren, que ganen, que destrocen, que humillen, … no será justo y nada ni nadie, ni siquiera divino, hará que lo sea”.