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LA LECCIÓN DEL PROFESOR SOLÉ TURA

28 novembre 2023

Valle Mellado

Siempre me ha impresionado una historia que le escuché explicar al profesor Jordi Solé Tura, como saben, uno de los redactores y padres de nuestra Constitución democrática. Pues bien, explicaba el profesor Solé Tura que, en una de las interrupciones de las sesiones, cuando salió un momento a fumar, se encontró de cara con Manuel Fraga Iribarne, ponente por Alianza Popular y fundador de este partido, el actual Partido Popular.

En aquel momento recordó como unos años antes, durante la dictadura franquista, siendo Fraga ministro de propaganda de Franco y Solé Tura redactor de la mítica Pirinaica (la estación de radio del PCE que emitía desde Bucarest), este último inició un programa especial dónde citaba a todos los ministros del régimen y a continuación apostillaba: “asesino.” Abro paréntesis, el franquismo acababa de fusilar a Julián Grimau, dirigente comunista, que fue ejecutado en una silla porque tenía la espalda rota tras haber sido lanzado por una ventana de la Dirección General de Seguridad mientras llevaban a cabo, lo que los apologistas tipo Fraga denominaban un “hábil interrogatorio”.

Bien, en aquel momento recibieron una llamada desde París. Era Santiago Carrillo que les pedía que pararan la emisión con un argumento diáfano: “algún día habremos de pactar el paso a la democracia con los reformistas del régimen y no lograremos nada insultándolos.” Eso es lo que recordó Jordi Solé Tura contemplando al señor Fraga mientras este encendía un cigarrillo.

Recuerdo que en aquel momento pensé: nos está diciendo que este fue el espíritu no escrito de la transición democrática. La voluntad de superar una terrible guerra civil, 40 años de una dictadura implacable y una historia marcada por los conflictos entre hermanos. Torturados, fusilados, exiliados, desaparecidos… poner fin a una tradición cainita de enfrentamientos internos, aprobando casi por unanimidad una Constitución que propiamente no era de nadie en exclusiva pero que podíamos asumirla todos, y con una amnistía que ponía el marcador histórico a cero.

¿Se fue generoso en aquel momento? Sin duda. Amnistiar los crímenes espantosos de una dictadura que fusiló a más de 150.000 seres humanos es, sin duda, un precio terrible. Pero, sobre todo la izquierda que había sido la víctima de tanto fusilamiento y tanta tortura entendió que tenía que hacer ese paso para lograr asegurar primero y garantizar después la convivencia democrática en libertad, como así ha ocurrido.   

Bien, ahora salvando las abismales diferencias históricas, se ha presentado una propuesta de amnistía en el Congreso que tiene un objetivo básico ineludible: garantizar la convivencia en Cataluña y evitar que todo lo que hemos vivido estos últimos años -en los que se tensionó a la sociedad catalana hasta límites insoportables que todos recordamos- no vuelva a repetirse. Entiendo que haya gente de buena fe que tenga dudas o que se muestre reticente ante esta medida, o directamente que no la comparta. Lo entiendo perfectamente. A todos vosotros y vosotras os pido confianza. Como ha pasado con los indultos, el tiempo acabará poniendo a todo el mundo en su sitio. Esta es una medida necesaria para asegurar la convivencia y volver a orientarnos hacía el progreso, para todos y sin exclusiones.  

Ahora bien, lo que provoca vergüenza ajena es que aquellos que todavía ahora se abstienen o directamente votan en contra cuando el Congreso condena la dictadura franquista (es decir, el Vox-PP), griten ahora a las sombras de la noche clamando contra “la traición de los socialistas” y chillando contra la amnistía cuando, al mismo tiempo, quieren acabar con la ley de memoria histórica que dignifica a las víctimas del franquismo porque eso, argumentan, es “recrearse en la guerra civil y volver al pasado”. ¡Ah! Mira que bien, curiosa forma de demostrar la coherencia política…

O oír a la dirigente del PP, señora Ayuso, afirmar alegremente que “vivimos en una dictadura” o al líder de Vox, Abascal, comparar al presidente democrático y constitucional de España con Hitler. ¡Con semejantes barbaridades luego todavía se preguntan cómo es posible que nadie quiera pactar con ellos!

Ante tales disparates quiero recordarle al tándem de la derecha tradicional-extrema derecha que tenemos un Gobierno democrático y constitucional con un presidente que ha obtenido el apoyo de ocho partidos políticos distintos representantes de la voluntad democrática de 13’6 millones de españoles, es decir, de absolutamente todos menos del Vox-PP.

Un Gobierno progresista liderado por el presidente Pedro Sánchez que se centrará en seguir resolviendo problemas y en buscar soluciones, y nunca -¡nunca!- en agitar el odio en la calle o en la estigmatización del considerado “distinto”. Y no lo haremos, entre otras cosas, porque recordamos perfectamente la sabia reflexión de Jordi Solé Tura y de las personas valientes como él que defendieron la democracia cuando hacerlo suponía la prisión o la muerte. Mientras, los padres políticos de los que ahora alertan del “fin de la democracia” formaban parte, directamente, de esa dictadura y aplaudían con entusiasmo dando gracias al Señor “por la genial obra del Caudillo de España.”

Valle Mellado
Diputada del PSC por Tarragona al Congrés