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Carmen Calvo (28 de junio de 2022)

7 juliol 2022

Carmen Calvo, diputada (2004-2011 y 2019-actualidad), ministra de Cultura (2004-2007) y vicepresidenta primera (2018-2021), responde a nuestro cuestionario.

¿Qué cree que define sustantivamente el socialismo democrático? ¿Cuáles cree que son sus valores y propuestas esenciales?

La principal esencia del socialismo democrático es la aceptación del pluralismo ideológico y, por tanto, la inmersión en la diversidad de ideas. En definitiva, el derecho a la libertad ideológica y de su expresión, lo que supone estar en sintonía con el valor superior de la Democracia, la defensa de la diversidad ideológica.

En cuanto a sus valores, yo destacaría el profundo sentido de la justicia y la gran inquietud ética de qué es justo e injusto. Esto nos conduce a la gran apuesta del socialismo, el Estado del bienestar, que es la mejor praxis de la igualdad en todos los órdenes de la vida humana. Todo ello comporta una combinatoria imprescindible de la Democracia como sistema político y jurídico, que es la justicia social. Cabe destacar la gran aportación desde el socialismo a la importancia incuestionable desde el punto de vista democrático de lo que representa el Feminismo hoy en día.

En resumen, el socialismo democrático sigue trenzando con atino el trípode ilustrado de la libertad, la igualdad y la solidaridad.

¿Cómo entiende la relación entre marxismo y socialismo? ¿Qué lectura hace de la historia del socialismo?

El marxismo aportó el gran método de análisis para entender la estructura social y económica que, a pesar de la mejora innegable del desarrollo social y económico de todas las clases sociales, hoy sigue siendo válido. El marxismo nos aportó también el impulso legítimo del derecho al poder político de las clases trabajadoras, excluidas estas históricamente del acceso al mismo. Todo ello sigue siendo útil hoy en día, no solo al análisis, sino también a la estrategia.

El socialismo hizo una combinación extraordinariamente positiva del manejo analítico del marxismo, por un lado, y de la aceptación de la democracia, por otro, lo que nos ha permitido a los socialistas ser la izquierda mayoritaria y hegemónica de la transformación en todas las democracias. Y a pesar de las dificultades y de la evolución del modelo, seguimos siendo el freno continuamente de las políticas conservadoras, cuando no de la aparición de nuevos rostros del fascismo

¿Cuál piensa que ha sido y cuál debería de ser el vínculo entre pensamiento y praxis política en el socialismo?

Si en tiempos pretéritos el arranque de las políticas prácticas del socialismo tuvo grandes improntas teóricas, a mi juicio, ahora vivimos unos tiempos de excesivo pragmatismo y cortoplacismo que alejan en exceso los fundamentos de la praxis, lo que supone un peligro de descapitalización ética y política para nuestro ideario.

Gestionar requiere eficacia y agilidad, pero al transformar las ideas en la práctica se pierde en parte la identidad y la profundidad de la propuesta socialista, que alejan en exceso los principios de la práctica.  El actual alejamiento de la práctica y de la teoría del pensamiento socialista en muchos asuntos, como digo, no solo desdibuja nuestra propuesta, sino que además se convierte en gran acicate para la entrada de las políticas conservadoras.

En definitiva, frente a un mundo que va cambiando en algunas cuestiones sus estructuras, hace falta mucha más reflexión en los pilares del socialismo.

¿Cuáles son, según su criterio, los retos de nuestro mundo actual en los que el pensamiento socialista necesita centrar sus esfuerzos de reflexión y/o actualizar sus postulados (desigualdades, medio ambiente, migraciones, digitalización, ciencia, globalización, representación social y política, otros)?

En realidad, sería muy importante que los socialistas siguiéramos hablando del modelo humano y del modelo de sociedad, y que a pesar de la complejidad del mundo que hemos construido y de la obligada expertitud para el abordaje de las grandes cuestiones, deberíamos seguir mirando ese panel de humanismo, y sobre él ir colocando nuestros criterios y principios. Si no lo hacemos, ayudamos a la fragmentación y nos quedamos sin la visión de conjunto y el resultado de esto es que se instalan políticas retrógradas e injustas, incluso con apariencia de progreso y modernidad.

Propongo una cierta sencillez en la visión global, estructura que impida que se instale en muchas cuestiones una falsa complejidad, que al final no deja de ser un truco del neoliberalismo, que por ende fomenta el alejamiento y la falta de confianza de la ciudadanía en la política y en las instituciones.

¿Considera la forma partido como el entorno adecuado para mantener, desarrollar y difundir el pensamiento socialista? ¿Es posible o necesario el pensamiento de partido y la figura del intelectual orgánico?

El Partido como fórmula de participación cívica es insoslayable e imbatible y remite a los acontecimientos de nuevas formas vividas en nuestro país en los últimos diez años. Está absolutamente demostrado esto que digo, incluidos los últimos avatares de evolución en muchas partes del mundo y su consabida fragmentación. La Democracia reconoce a los partidos, y no de forma baladí, como instrumentos necesarios para su propia transformación. Los partidos no pueden ser instrumentos de poder al margen de la propia sociedad democrática, y cuanto más riguroso y democrático sea su funcionamiento, más útil será su existencia para el fortalecimiento de la propia democracia.

Considero muy importante que los partidos mezclen perfiles humanos e intelectuales diferentes en el marco de las propias ideas. Somos un Partido que en la Democracia española detentamos poder institucional y requerimos la influencia de las dos caras de la moneda: las ideas y su práctica. Así que necesitamos hombres y mujeres capaces de generar teorías, que lejos de la complacencia intelectual, puedan poner en práctica por otros compañeros más duchos en el manejo de las administraciones públicas y del rigor complejo que exige la gobernanza de una democracia avanzada como la nuestra. Y añadiría que nunca están de más algunas figuras capaces de mirada larga y de trazar caminos que a veces en la política cotidiana no vemos.

Todo ello es el gran acervo humano que debe tener un partido y mucho más uno que representa el socialismo en nuestro país y en Cataluña.

Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 7 de junio de 1957), doctora en Derecho Constitucional y profesora universitaria.

Fue diputada autonómica y consejera de Cultura de la Junta de Andalucía (1996-2004), y ministra de Cultura (2004-2007) en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Posteriormente ha sido vicepresidenta primera (2018-2021) en el Gobierno de Pedro Sánchez, a la vez que ministra de Presidencia, Relaciones con las Cortes, Memoria Democrática, e Igualdad.

Ha sido hasta fechas recientes secretaria de Igualdad del PSOE (2017-2021). Comprometida con el feminismo y la igualdad de género, es coautora de varios libros, entre ellos La mujer en España, Política social para la igualdad de los sexos y Política social y Estado de bienestar.