Se trata de un libro de cuatrocientas páginas, repartidas a lo largo de diez capítulos. Resulta muy ameno por la naturalidad con que se expresa el autor y por la cantidad de datos que aporta, al haber sido un estudioso y protagonista de la izquierda.
El autor desarrolla las dos ideas principales del libro, en los capítulos ocho y diez, y las refuerza con una serie de datos en los restantes diez capítulos. Básicamente se centra en Europa, y a través de su historia muestra sus altibajos y los errores cometidos por la izquierda. Inevitablemente habla de las guerras, tanto de la I Guerra Mundial como de la II, y señala el error de la izquierda al apoyar e ir a la guerra en la primera, dado que fue una guerra promovida por las burguesías nacionales que acabó derrotando al internacionalismo. Sin embargo, la situación cambió en la II Guerra Mundial, cuando la izquierda luchó contra el fascismo y el nazismo, a los que derrotó, permitiendo la creación del estado de bienestar en Europa.
Al final de la guerra y para evitar más guerras en Europa, se crearon instituciones de cooperación económica que fueron el embrión de la Unión Europea. En esos años se produjo un fuerte crecimiento económico y una disminución de las desigualdades, junto con la creación del estado de bienestar. Esta situación cambió radicalmente en los años setenta con la aparición del neoliberalismo, que en 2008 desemboca en una gran crisis que provoca un fuerte deterioro en el estado de bienestar y permite visualizar la globalización económica y la necesidad de que, para abordar los grandes retos de la humanidad, como el cambio climático, hay que actuar de una manera global. Evidentemente, la crisis de 2008 en España tuvo unos efectos dramáticos, provocando un incremento de la desigualdad, ya que afectó especialmente a las clases más vulnerables.
El autor analiza también la situación de la Unión Europea, destacando la importancia de la creación del euro, pero también la ausencia de instrumentos para una correcta gobernanza económica, porque la política monetaria la marca la UE y la política fiscal la marca cada nación, cuando es fundamental una coordinación entre ambas. Acontecimientos como la epidemia de la covid-19 han forzado una mayor integración: compra conjunta de vacunas, creación de los fondos Next Generation, etc.; también ha articulado una respuesta común a la guerra de Ucrania, aunque no así ante el genocidio palestino. Introduce el caso del Reino Unido en el marco de la UE desde su entrada, pasando previamente por su intento de boicoteo con la Asociación Europea de Libre Comercio y finalizando con su inexplicable salida. El Reino Unido nunca tuvo una vocación europeísta, siendo muy conflictiva su posición, por lo que hubo cierto alivio con su marcha, aunque el autor destaca la necesidad que tiene la UE de los británicos, ya que son una potencia en defensa y tienen un importante peso en el tablero político. Constata la debilidad de la izquierda en los países más importantes de la UE, y profundiza en el error comunista, del socialismo en un solo país, defendido por Stalin en contra de la idea de Marx y que provocó la crisis de la Unión Soviética. En Europa se puede volver a cometer el error del populismo nacionalista del Estado nación, si no se entiende la mundialización y la revolución digital.
Entra el autor en la historia de la izquierda, con la aparición de la Revolución Industrial y las primeras organizaciones obreras con una doctrina internacional, que se perdió con motivo de la Gran Guerra. Mientras en Europa triunfaba el nazismo y el fascismo, hubo un cierto entendimiento entre las izquierdas que permitieron derrotarlas, pero que se rompió con la Guerra Fría: la socialdemocracia se alineó con EE.UU. y los comunistas con la URSS. Por otra parte, destaca el autor que Rusia cometió un gran error al defender la idea de Stalin de establecer un socialismo en un solo país frente a la idea de Lenin de introducir elementos de desarrollo capitalista, como posteriormente se han introducido de China.
Sartorius también analiza la situación actual de las izquierdas representadas por la socialdemocracia y el comunismo. En la actualidad, ambas han perdido protagonismo y también una cierta hegemonía teoricocultural por falta de un análisis del capitalismo actual y de un diagnóstico sobre la globalización, en cuyo origen se encuentra la ciencia y la tecnología. Por tanto, la izquierda tiene que luchar por encontrar una vía en la globalización y no oponerse a ella. Tiene que crear instituciones políticas democráticas globales como es la Unión Europea, donde se puedan crear espacios de cooperación supranacional. La crisis de 2008 habría sido una oportunidad para destacar el fracaso del neoliberalismo; sin embargo, la socialdemocracia adoptó ciertos aspectos del neoliberalismo, con lo que el nacionalismo populista se impuso. Como estudioso de Marx, el autor concluye que Marx valoraba positivamente el desarrollo capitalista, como un proceso previo al socialismo.
En el análisis de la izquierda también incluye a los sindicatos, a los que contrapone con el capitalismo: mientras este se expande, el sindicalismo se localiza en una posición defensiva ante las grandes transformaciones. El autor es consciente de las dificultades para alcanzar los objetivos de expansión, por las grandes diferencias que existe en el mundo del trabajo en los distintos países. La UE tiene que ser el marco donde se desarrolle la actividad sindical, porque el 60 % de las medidas que afectan a los trabajadores se deciden allí. Los sindicatos deben abordar la participación en las empresas y en la política fiscal del gobierno.
También establece un interesante análisis de la interdependencia entre democracia y globalización. Traslada su preocupación por la actual crisis de la democracia, frente a la gran expansión del capitalismo apoyado en la tecnología y su concentración, especialmente del capital financiero. La consecuencia es una pérdida del estado de bienestar y un incremento de la desigualdad. Para revertir esta situación, el autor propone la democracia expansiva, porque mientras la economía, la tecnología y la comunicación se mundializan, la democracia se queda atrás. La única forma de cambiar esta situación es con la democracia expansiva y en concreto con la construcción política de la UE, con una forma federal de gobierno y estableciendo una nueva relación con los sujetos económicos globales. Finaliza con una mención a la emigración tan criticada por la extrema derecha, pero al mismo tiempo tan necesaria.
En el último capítulo, el autor profundiza en su propuesta más interesante: qué significa superar el capitalismo y, en primer lugar, define lo que no es. Hace un análisis histórico del capitalismo en sus distintas formas y épocas y destaca que, aunque se mantiene inalterable el concepto básico de la propiedad privada de los bienes de producción, se han producido cambios importantes: la evolución de los impuestos pasando del 10 % del PIB antes de la I Guerra Mundial al 40-50 % actual, la colaboración público-privada de los años cincuenta con muy buenos resultados económicos, la petición de ayuda al Estado en sus distintas crisis y su petición de bajada de impuestos, con el falso argumento de que la gestión privada es más eficiente que la gestión pública. Las cajas de ahorro también han sido una anomalía. Introduce el autor la noción del cambio climático, como algo que puede cambiar la noción del capitalismo tal y como lo conocemos en la actualidad, y por eso existen grandes grupos en la derecha que lo niegan. Otro aspecto que rompe la lógica del capitalismo es la revolución digital y los big data que son propiedad de las personas y, sin embargo, son aprovechados en situación de oligopolio por unas pocas empresas sin pagar nada por esta apropiación, lo que de alguna manera altera el concepto básico del capitalismo de la propiedad privada. En estos casos se pregunta si deberían estar gestionados por el sector público como la sanidad, la educación, las pensiones y la seguridad, sin ánimo de nacionalizar, sino de crear una colaboración público-privada. Este trabajo aborda también el caso de China, que ha protagonizado la mayor transformación en el menor tiempo y que de alguna manera rompe el tópico de que el capitalismo de propiedad privada es más eficiente. Finalmente, analiza el caso de Estados Unidos, que ha sido la gran potencia hegemónica después de la I Guerra Mundial y especialmente después de la II. Aquí es donde el capitalismo liberal ha triunfado totalmente. El autor lo aborda haciendo una propuesta muy atrevida: ¿Estados Unidos, primer país socialista?
F.M.M.
Nicolás Sartorius (San Sebastián, 1938) es abogado, periodista y político. Se afilió al Partido Comunista de España (PCE) y fue cofundador de Comisiones Obreras (CC. OO.). Fue detenido y condenado en varias ocasiones por su militancia política y sindical durante la dictadura franquista. Diputado al Congreso por Madrid en las I, III y IV legislaturas por el PCE e Izquierda Unida (IU), llegando a ser portavoz de la misma. Posteriormente, y durante veinte años, fue vicepresidente de la Fundación Alternativas. Como escritor de artículos y libros sobre historia contemporánea de España, ha centrado su obra mayoritariamente en el periodo de la Transición española.
Nota final: aquesta és la darrera contribució del company Paco Monleón a Pensament Socialista, que per motius personals posa punt final a la seva col·laboració constant al llarg d’aquests divuit números i quatre anys, i a qui agraïm molt especialment i de tot cor la feina feta, el seu compromís, i especialment la seva companyonia.