Al comenzar a leer este libro se puede pensar que se trata de ideas en coincidencia con mensajes antiprogresistas. Sin embargo, lo que nos encontramos en realidad es un severo rechazo al discurso político de la posmodernidad, que pretende jugar con la identidad individual, en vez de dar respuesta a diatribas socioeconómicas de las sociedades occidentales. El principal punto contencioso del libro es la afirmación de que la izquierda occidental ha dejado atrás mensajes universalistas, de emancipación de las clases trabajadoras y la búsqueda de la igualdad de oportunidades por una sistemática segmentación de las minorías a las cuales se considera moralmente loable defender a ultranza, sin plantearse otros problemas de fondo.
Schapire comenta que al querer jugar a las identity politics, o políticas de identidad, como traduce él al castellano, se han producido fenómenos como la corrección política, el lenguaje inclusivo e incluso el renacer del antisemitismo como parches ponzoñosos y cortoplacistas ante realidades sociales mucho más complejas. El principal problema que se origina después de esto es una atomización permanente de aquellos grupos discriminados en nuestras sociedades occidentales, dando paso a discursos en búsqueda de la singularización de sus problemas sociales y una sistemática competición por ver quién está más oprimido. Siendo el estadio final de esto, la vuelta a la censura, pérdida de libertad de expresión y un constante juicio moral con respecto a aquellas causas por las que uno lucha o deja de luchar.
El ensayo afirma que los sectores de la izquierda, tanto partidos como sindicatos, se quedaron sin respaldo real al acabar la guerra fría, de forma que al no haber una lucha real contra un adversario político visible (puesto que el capitalismo “ganó”), en tiempos recientes se ha optado por acercarse a luchas cada vez menos colectivas. Algo así como si dijésemos que la izquierda murió del éxito, dejando atrás la lucha por la conquista de derechos socioeconómicos y centrándose en la realidad posmaterialista de los países en los que actuaba. Citando a Foucault, Lacan o Barthes, el autor critica cómo la izquierda del norte global ha llegado a alinearse con los intereses del antisemitismo (con ejemplos como las caricaturas de El Jueves sobre la ortodoxia judía) en favor del discurso del “multiculturalismo” con tal de no ofender o incluir minorías anteriormente invisibilizadas en su discurso político. “El anticlerical “comecuras” de ayer relativiza hoy el oscurantismo religioso” afirma Schapire para referirse al alineamiento de la izquierda new age con causas como la islamofobia, la cual afirma no ser un fenómeno real, sino un discurso de una religión reaccionaria adaptado a un idioma occidental con tal de justificar una opresión de género a las mujeres basada en “singularidades culturales”.
Aunque estos son solo algunos de los ejemplos que he considerado más ilustrativos para resumir el libro, el autor se extiende mucho más en su rechazo al discurso progresista actual. Si bien el mensaje, argumento y vinculación de la izquierda occidental con el antisemitismo los considero errados, el pilar fundamental del libro sí que puede contar con fundamento. El giro que se ha dado en la izquierda hacia la defensa de los derechos de las minorías sociales es real, y también es cierto que hay sectores que consideran que se ha dejado de lado cuestiones que anteriormente eran discurso intrínseco de los socialdemócratas o incluso de los partidos comunistas. Uno de los ejemplos de esto lo tenemos en nuestro país, donde amplios sectores del campo, que se dedican al sector primario, consideran que el único partido que les representa sería Vox, y no por cuestiones socialmente conservadoras, sino por el vínculo entre el tradicionalismo económico y el campo español.
Pese a que este libro contiene una fuerte crítica al discurso actual de la izquierda occidental, fundamentada o no es opinión de cada uno, lo importante es el mensaje de fondo, la petición hacia la izquierda de volver a alinearse con sus causas clásicas, la libertad de expresión y las conquistas socioeconómicas.
Como corolario, este libro hace una petición a la izquierda occidental. La petición de dejar de singularizar las luchas sociales y la vuelta a la defensa de luchas universales y mayor solidaridad entre grupos oprimidos. Si bien el argumento principal puede considerarse hasta cierto punto discutible, lo que nos enseña Schapire, es que ensayos fuertemente autocríticos pueden ser muy útiles para la izquierda.
F.A.
Alejo Schapire (Buenos Aires, 1973) es un periodista especializado en cultura y política exterior. Desde 1995 reside en Francia, desde donde fue colaborador de los suplementos culturales de La Nación y Perfil. La Traición Progresista es su primer libro publicado, en el que cataliza pensamientos anteriores centrados en la crítica a la izquierda, el discurso posmaterialista y las identity politics.