Bernardo Fernández, exdiputado en el Parlament de Catalunya, columnista y autor de otros libros como “El gran disparate” (Corona Borealis), firma esta reseña sobre su nuevo libro, “Mujer solitaria”, editado por Ediciones Atlantis.
La protagonista de “Mujer solitaria “es una mujer que, en el otoño de su vida, decide abandonar Barcelona, el ajetreado mundo de la gran ciudad, y todo aquello que ha conformado su existencia. Con los ahorros de toda la vida adquiere una casa para establecerse en un pueblo recóndito de la dehesa extremeña.
Allí se instala y, de forma casi obsesiva, va llenando páginas y más páginas de lo que podríamos denominar su autobiografía, pero eso no le parece suficiente y de manera simultánea, va escribiendo sus reflexiones sobre la soledad, la vida, la muerte y todo lo que piensa que puede ser interesante. Además, ha decidido escribir una novela; algo que siempre había querido hacer y aunque lo intentó en más de una ocasión, tantas veces como lo hizo, tantas veces como los borradores fueron a parar a la papelera.
Un padre alcohólico marcó su infancia. Eso hizo que su entrada en la adolescencia y juventud no estuviese sujeta a los corsés que la época imponía a la gran mayoría de muchachas de su edad. Quizás, ese fue el motivo por el que en su vida siempre se condujo de una forma especial, diferente al resto; se podría sintetizar diciendo que vivió, como cantó el gran Fran Sinatra: a su manera. Ese es, tal vez, el mejor modo de resumir la vida de Sonia Aranda, protagonista de “Mujer solitaria”.
Sea como sea, todo lo que escribe, lo va guardando en diversos archivos de su ordenador portátil. Mientras tanto, la vida sigue discurriendo.
Desde su encierro voluntario, Sonia va desgranando pasajes de su vida en la que ha habido de todo: desde recuerdos de la infancia, alguna incursión en el mundo de los negocios y hasta relaciones poco o nada virtuosas. Todo eso, lo intercala con reflexiones que le generan su manera de ser y su forma de entender la existencia, a la vez que escribe capítulos de la novela que siempre soñó.
Una historia que describe la vida, un tanto escabrosa, de una mujer con un trauma de infancia y juventud que, una vez acabada la carrera, marchó a Nueva York para formarse como una profesional competente, pero allí lo que hizo fue experimentar en el mundo del sexo, de la mano del que será su jefe a lo largo de casi toda su vida. Rodeada por un entorno familiar que no la ayudó nunca, más bien todo lo contrario, a encarar la vida con normalidad.
Esa narración es, en su conjunto, el relato de una vida frustrada, en la que en algún momento surge la esperanza, pero que la realidad se encarga de desbaratar.
En la vida de Sonia, dos hombres, por razones muy diferentes, siguen teniendo un peso muy específico. Uno es Ricardo, el gran amor de su vida; aunque la gran pasión se ha consumido con el tiempo, aún queda algún rescoldo y una sincera amistad. El otro es Alejandro, que fue amante, primero y marido después de su amiga del alma Julia. Con él, Sonia sabe que daría estabilidad a su precaria situación económica, pero el recuerdo de Julia ejerce una fuerte presión que impide a Sonia tomar decisiones de futuro, sin tener muy en cuenta el pasado.
Esos dos hombres son, casi en exclusiva, las dos únicas personas con las que la protagonista tiene contactos más o menos regulares; más allá de una vecina y su hijo que, en ese rincón apartado, son su punto de apoyo.
A lo largo de la narración, dos relatos muy diferentes siguen, cada uno, su propia evolución. Uno, es el de la realidad tal como sucede, con las cuestiones logísticas del día a día. El otro, son los recuerdos y vivencias de la protagonista que, convenientemente entrelazados, deja en la memoria de su PC. En paralelo, la novela que Sonia escribe va ganando consistencia y, en determinados momentos, las historias se cruzan y por unos instantes el lector no sabe a ciencia cierta si está en la vida “real” de la protagonista o está leyendo aquello que ella “inventa”.
Para facilitar el proceso de lectura, la obra está organizada en apartados que se enuncian con números romanos, mientras que la novela que escribe Sonia y que lleva por título “Mirando a través del espejo”, se divide en capítulos con numeración ordinaria.
Como no puede ser de otra manera, en un momento determinado, cada narración sigue su propio camino y para el lector queda perfectamente claro que es realidad y que es ficción. En el supuesto, claro está, que admitamos que en una narración se pueda diferenciar la realidad de la ficción o viceversa.