Cuando mi agrupación, y lo digo con orgullo, me ha pedido que escriba unas líneas sobre el 28 junio, me he sentido ilusionado y un poco apabullado. He pensado en explicar mi experiencia y mis vivencias, así que empiezo con estas líneas:
Un momento referente en mi vida fue cuando me vine a vivir a Esplugues en 1984, con mi pareja. Éramos unos jóvenes veinteañeros que vivíamos nuestra relación y nuestra homosexualidad con absoluta naturalidad. Nuestra casa se convirtió en un punto de encuentro de muchos amigos, tanto heterosexuales como gais, muchos también de la JSC y de la noche barcelonesa. Por lo que eso de “salir del armario” no es una referencia en mi vida, somos de la generación de la “movida”, donde todo era posible y asumible.
He de reconocer que vivíamos desde una posición de privilegio porque estábamos rodeados de amigos que nos veían como iguales y en ningún momento tuve la sensación de estar discriminado o recibir algún comentario homófobo, tampoco incluso cuando iba al instituto en Bellvitge. Aunque también es verdad que esa palabra, en mi época, no sabíamos ni que existía.
Creo que también es importante dar otro enfoque a estas líneas y hacer un poco de memoria histórica: de dónde venimos. Porque hay que recordar que no hace tantos años en este país existía la ley de vagos y maleantes de 1933, modificada por el franquismo en 1954, para incluir a los homosexuales en el art. 7.2, que decía:
A los homosexuales, rufianes y proxenetas y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos o lisiados, se les aplicaran que cumplen todas las medidas siguientes sucesivamente:
a) Internado en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola. Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y en todo caso, con absoluta separación de los demás.
b) Prohibición de residir en determinado lugar o territorio y obligación de declarar su domicilio
c) Sumisión a la vigilancia de los delegados.
En 1970, se subtituye esta ley, por la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, donde se mantienen los mismos artículos más o menos y que llevó a muchos homosexuales y mujeres trans a centros de “re-educacion”. Y esta ley siguió vigente hasta el año 1995, aunque cabe decir que en 1978 se elimina la referencia explicita a la homosexualidad.
Como podéis ver, las lesbianas ni “existían” en esa época porque no se podían imaginar una relación afectivo-sexual entre mujeres y esto las llevaba a una doble marginación e invisibilidad, por ser mujeres y por ser lesbianas. También cabe decir que la vivencia conjunta de dos mujeres, “las solteronas”, era más aceptada por la sociedad. Pero porque realmente era capaz de imaginar una relación sexual entre dos mujeres, era más como “se quieren como hermanas y se hacen compañía”. En cambio, la convivencia de dos hombres viviendo solos en un mismo techo, “nada bueno podía traer”.
Repasando rápidamente esta historia, veo que, en una primera generación, hemos conseguido realizar un gran avancen en muchas cosas que en otros países ha costado varias generaciones. Todos aquellos que empezaron las reivindicaciones no se hubieran podido imaginar que en 40 años ya estaríamos hablando de las personas no binarias o las teorías Queer.
La primera manifestación por los derechos de los homosexuales en España se realizó en Barcelona en 1977, en las Ramblas, para pedir la derogación de la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, convocada por el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC). Una de sus fundadores fue Germa Pedra, militante socialista, regidor en L’Hospitalet y diputado provincial, junto con Armand de Fluvia. En esta manifestación había también muchas mujeres lesbianas y mujeres trans (que en aquella época eran solo “travestís”).
No fue hasta 1984 que se legislo la primera ley que reconocía ciertos derechos al colectivo homosexual (como genérico de gais y lesbianas). La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), del Ministro Josep Borrell, reconocía el derecho a mantener el arrendamiento a los convivientes aunque no fueran matrimonio, aun cuando uno de los dos hubiera fallecido. Esto significó un cambio vital muy importante para lesbianas y gais que vivían juntos, ya que hasta entonces el alquiler estaba al nombre de una las personas y la otra ni existía. En muchos casos, más de los que podemos imaginar, el propietario expulsaba inmediatamente a la persona si su pareja había fallecido y sin posibilidad de reclamar, porque claro, reconocer públicamente la relación podía traer consecuencias penales y sociales.
Veníamos de unos años muy duros. El SIDA apareció como pandemia en 1981 en USA y en 1983 en España. El primer caso detectado fue por la dermatóloga Caterina Mieres, compañera de partido de Badalona y Consellera de Cultura del gobierno de Pasqual Maragall. Desgraciadamente, muchos amigos se vieron de la noche a la mañana en al calle, sin vivienda y sin sus cosas.
En 1996, se aprueban las Agrupaciones Temáticas en el 8º Congreso del PSC y se constituye la sectorial LGTB, incluyendo a trans femeninas (los trans masculinos seguían siendo invisibles). Fuimos la primera sectorial LGTB creada por un partido político de toda España. Y esto fue posible por la alianza y las complicidades que creamos con las mujeres feministas del partido. Siempre hemos tenido claro que nuestras batallas eran batallas que necesitamos llevar a cabo con las alianzas de las mujeres y de la JSC.
Ya en 2003, se creó la Oficina LGTB de la Generalitat de Catalunya de la mano del president Pascual Maragall. Y en 2005, el presidente Zapatero aprobó la Ley de Matrimonio y Adopción Igualitario.
Y ahora de nuevo, con un gobierno socialista presidido por Pedro Sanchéz y varios ministros homosexuales, se aprobará en unos días una nueva ley que reconoce aún más derechos de la comunidad LGTBI. Una ley que ha sido complicada, como toda ley que amplia derechos y da seguridad jurídica, pero que como siempre los y las socialistas hemos sido capaces de consensuar las diferentes postura y proponer una ley que mejora la vida de una parte importante de la sociedad.
Feliz 28 de junio. Pero no nos olvidemos que los derechos y deberes se ganan y se trabajan día a día. La relajación en la defensa de los derechos, lleva a perderlos o a que algunos se olviden de su existencia.